Las fuerzas aéreas de Estados Unidos bombardearon hoy un hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la ciudad de Kunduz, Afganistán, porque, según justificó el Gobierno afgano, en él se ocultaba un grupo de talibanes, lo que provocó la muerte de al menos 16 personas, contando nueve miembros de la ONG y tres niños.
“Fue terrible ver la pérdida de vidas de médicos de MSF (por el bombardeo), pero lamentablemente los terroristas decidieron ocultarse en el hospital”, afirmó el portavoz del Ministerio del Interior afgano, Seddiq Seddiqi, en una rueda de prensa en Kabul.
El hospital, el único con servicios de traumatología y cirugía en toda la región y en el que trabajaban 80 miembros de Médicos Sin Fronteras, atendía a un centenar de pacientes en el momento del bombardeo que dejó “parcialmente destruido” el recinto, según la ONG.
Las imágenes difundidas tras el ataque mostraban parte del austero centro sanitario de planta baja calcinado por las llamas, mientras los supervivientes se amontonaban en las zonas que no habían sido dañadas.
“El bombardeo continuó durante más de 30 minutos después de que las autoridades militares estadounidenses y afganas fueran informadas en Kabul y Washington”, denunció MSF, que aclaró que todas las partes en conflicto conocían sus coordenadas exactas.
El portavoz del Ministerio del Interior insistió durante su comparecencia en que fue el hecho de que “entre 10 y 15 terroristas se ocultaran en el hospital”, lo que les llevó a bombardear el recinto, en el que murieron “todos los terroristas”.
Según señalan miembros de la ONG, murieron 16 personas, incluyendo 9 miembros del staff de MSF y tres niños, en tanto que no se descarta que el número de víctimas puede aumentar con el paso de las horas.
El portavoz de las tropas estadounidenses en Afganistán, el coronel Brian Tribus, evitó reconocer abiertamente la autoría del ataque, al señalar tan solo que un bombardeo de Estados Unidos en Kunduz podía “haber producido daño colateral a una instalación médica cercana”.
Sin embargo el Gobierno afgano, a través de su Ministerio de Salud, confirmó horas después de manera rotunda que el hospital de Médicos Sin Fronteras había quedado “destruido casi en su totalidad por el fuego generado tras el bombardeo de Estados Unidos”.
El portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, condenó “el crimen”, y negó por su parte que en el momento del ataque hubiera insurgentes en el centro sanitario, “ya que la situación de conflicto no permite (a sus) guerreros ser hospitalizados en él”.
Mujahid acusó a la agencia de inteligencia afgana de haber proporcionado información falsa a Estados Unidos para bombardear el hospital en Kunduz, lo que provocó que “médicos, enfermeras y pacientes fueran martirizados y heridos”, criticó.
El bombardeo se produjo en el marco de la toma de Kunduz el pasado lunes por los talibanes, la victoria más importante de los insurgentes desde que fueron sacados del poder en 2001, y la posterior reconquista el jueves de la ciudad por parte de las tropas afganas, con apoyo aéreo estadounidense.
Sin embargo, desde entonces los enfrentamientos continúan en la ciudad, donde aún los dos bandos se disputan los distintos sectores.
Fuente: EFE