Los embarazos en adolescentes han ido en aumento en la Isla, donde en 2014 se registró una tasa de fecundidad en menores de 20 años de 51,6 por cada mil mujeres de ese grupo de edad, más del 15 % de la total del país, según datos que publica este domingo el diario Juventud Rebelde.
Comenzar las relaciones sexuales a edades cada vez más tempranas, entre los 12 y 13 años de edad como promedio, ha disparado las señales de alarma entre médicos, enfermeras, funcionarios del Ministerio de Salud Pública (Minsap), e investigadores del Centro de Estudios Demográficos, entre otras entidades del país, señala un artículo publicado en el periódico oficial “Juventud Rebelde”.
En las provincias orientales, y en particular, en Granma, Las Tunas y Holguín se registran la mayoría de los casos de embarazos en adolescentes, mientras que a nivel nacional, se evidencia un ligero incremento de la fecundidad adolescente en el grupo comprendido entre 10 y 14 años de edad, mientras se aprecia una leve disminución del fenómeno entre las edades de 15 a 19 años.
Así lo indicó la investigadora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem) de la Universidad de La Habana, Daylín Rodríguez en el XIII Taller de resultados Diálogos sobre juventud, organizado por el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ) celebrado esta semana en La Habana, según cita la publicación.
La investigadora consideró que resulta “preocupante” cómo en los últimos tiempos la fecundidad adolescente ha crecido en las ciudades, aún cuando predominan los casos de adolescentes embarazadas en las zonas rurales de la isla.
Las creencias erróneas, la ingenuidad propia de esa etapa de la vida, la desinformación y el convencimiento inmaduro de que nada malo puede ocurrir, llevan a no pocos adolescentes a iniciar sus relaciones sexuales sin la debida responsabilidad que conlleva esa decisión, advierte el reportaje.
Asimismo resalta que como resultado del proyecto de la CESJ “Adolescentes y jóvenes cubanos en los ámbitos de familia y pareja”, concluido en febrero pasado, es frecuente que los embarazos en adolescentes se presenten como un evento “no deseado o no planificado” con una relación débil de pareja.
También puntualiza que esa circunstancia determina una actitud de rechazo y ocultamiento de su condición por temor a la reacción del grupo familiar, lo que provoca un control prenatal “tardío o insuficiente”.
“El embarazo irrumpe en la vida de las adolescentes en momentos en que todavía no alcanzan la madurez física y mental, a veces en circunstancias adversas como pueden ser las carencias nutricionales, y en un medio familiar poco receptivo para aceptarlo, acompañarlo y protegerlo”, destaca el estudio.
Además apunta que entre las repercusiones psicológicas y sociales de un embarazo en esta etapa destaca el hecho de que son jóvenes que aún están estudiando o iniciándose en la vida laboral, por lo que este proceso “interfiere en su formación escolar, laboral y como futuros profesionales”, además de implicar un “reto económico” y familiar.