El grupo de migrantes cubanos detenidos en Belice desde agosto fue liberado en la tarde del jueves, según informaron un funcionario de la prisión Central en Hattieville y familiares de los cubanos al periódico El Nuevo Herald.
El martes el ministro beliceño de Relaciones Exteriores, Wilfred Elrington, había declarado que su gobierno había tomado la decisión de liberar a “28 cubanos”, sin especificar si la decisión se extendería a las mujeres.
Amistades y familiares de los inmigrantes liberados esperan que estos lleguen a territorio mexicano, para luego continuar hasta la frontera con Estados Unidos, destino final de su recorrido.
Pedro Maytín, uno de los cubanos que fue detenido en Belice y que aceptó ser deportado a Cuba por problemas salud, narró a El Nuevo Herald en un correo electrónico cómo fue arrestado el 7 de agosto. “Nosotros entramos a Belice por Guatemala por un pueblo que se llama Santa Elena Melchor. Atravesamos el río y caminamos por un monte por más de dos horas.
Después un oficial de la policía de Belice vestido de civil nos llevó en una camioneta hasta la mitad del camino, donde los coyotes nos hicieron montarnos en un bus para pasar un punto de control. Si el coyote le hubiese pagado más al oficial, él nos hubiese llevado sin problemas hasta el final del viaje”, especula Maytín, “pero no se pusieron de acuerdo y finalmente nos montamos en el bus y lo que no tenemos claro es quién nos entregó, si el coyote o las personas del bus”.
Según su versión, el bus fue detenido por miembros del ejército beliceño y fueron conducidos hasta una unidad de policía en la que permanecieron dos días hasta comparecer en la corte. “Allí la jueza nos puso la famosa multa pero le replicamos y nos dijo que pagáramos la multa y nos daba dos horas para salir del país, pero en ese lugar todos los poderes están divorciados, y contrario a lo ordenado, pagamos la multa y fuimos llevado a la prisión, donde fuimos olvidados”, escribió.
El capítulo 156 del Acta de Inmigración de Belice, recuerda el diario, regula el tratamiento a los extranjeros que intentan entrar al país sin documentos a los que califica de “inmigrantes prohibidos”, junto a “prostitutas y homosexuales”, “idiotas o cualquier persona que esté demente o tenga una deficiencia mental”, entre otras categorías similares a las empleadas en códigos legales ya en desuso en muchos países.