El 13 de julio de 1994 en la madrugada unos 68 cubanos intentaron llegar a las costas de Estados Unidos, pero fueron interceptados por embarcaciones mayores, conocidas como Polargo 2y Polargo 5, según testimonios de algunos de los 31 sobrevivientes, quienes han asegurado y testimoniado durante todos estos años que les fue negado el auxilio por parte de las autoridades cubanas.
El régimen de La Habana ha culpado al gobierno de EE.UU por “alentar las salidas ilegales” y se lo achaca a la Ley de Ajuste Cubano. Las autoridades de la isla niegan cualquier responsabilidad de los hechos.
Las cifras de menores de edad ahogados en el mar ese fatídico 13 de julio difieren entre las insitituciones internacionales y las fuentes independientes cubanas. Jorge A. García, que se ha decidado a compilar estos datos aclaró a Radio Martí que son 10, porque en Cuba la mayoría de edad se obtiene a los 16 años y no a los 18 ó 21 como ocurre en otros países. Es por ello que en numerosos documentos aparece la cantidad de 19 menores fallecidos.
Payá Sardiñas, un cristiano ferviente y líder del ilegal Movimiento Cristiano Liberación (MCL), se refirió así al ocultamiento en que las autoridades castristas quieren sepultar los tristes eventos:
“Los autores de este crimen son tratados como héroes por el Gobierno cubano. Ni siquiera llorar abiertamente en nuestra tierra se permitió a los dolientes, ni siquiera quejarse, ni siquiera protestar.
¿Ante quien reclamar? ¿Ante los tribunales que juzgan y condenan injustamente a los que levantan la voz para decir la verdad y a los que desfilan en silencio para denunciar estos crímenes?”.
Por los hechos narrados en la voz de los sobrevivientes, la saña y el espíritu malintencionado de los victimarios impidieron un mínimo de compasión hacia quienes pedían auxilio.
Documentación del crimen
Janet Hernández es una sobreviviente a las embestidas de los ‘polargos’ y ha relatado el crimen como una película vista en un primerísimo plano. “Hace un año en esta fecha, cambió mi vida para siempre. Subí junto a mi esposo, Modesto Almanza, al remolcador 13 de Marzo, que zarparía de la bahía de La Habana”.
“Viajábamos alrededor de 70 personas, muchos de ellos eran familiares y amigos”, señala Hernández y continúa detallando la historia, “cuando estábamos a siete millas de la costa fuimos interceptados por las embarcaciones castristas. De inmediato empezaron a darnos bandazos. Sentimos miedo por los niños a bordo, el más pequeño de cinco meses de nacido”.
La impiedad tiene un punto rojo en esta escena que precisa Hernández: “Levantamos los niños y empezamos a gritar que por favor no dispararan. Alguien levantó a una niña y conociendo al que manejaba uno de los remolcadores que nos atacaba le gritó: “¡Chino, Jabao, no hagas eso, aquí hay niños!” Si ella no baja a su niña de tres años, se la matan con los chorros de agua de las mangueras de presión”.
Finalmente Hernández relaciona lo que muchos han llamado, no sin razón, un crimen de estado: “En una acción programada, se nos puso un remolcador por atrás. El más grande, que era verde con una raya roja, un rayo rojo, se nos subió en popa y nos partió a la mitad el barco. Al suceder esto el barco quedó a la deriva porque el patrón, Fidelio Ramel, cayó al agua a consecuencia de la fuerza de las mangueras. Fue entonces que Raúl Muñoz asumió el control de la nave y trató de ayudarnos, de salvarnos porque ya el barco tenía tanta agua que estaba a punto de hundirse”, concluye.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al amparo de la Organización de estados Americanos preparó un exhaustivo análisis, a solo dos años de ocurridos “los sucesos del Remolcador”.
En su “Informe Nº 47/96. CASO 11.436. Víctimas del barco Remolcador “13 DE MARZO” vs. Cuba. 16 de octubre de 1996”, la CIDH expone el testimonio de varios sobrevivientes, de modo preciso en el punto N0. 82.
“Después de la última embestida, se hunde la embarcación debido a que había destrozado la popa”. Finalmente, “los remolcadores no los auxilian” sino que, “les decían que fueran nadando hacia los guardacostas”. Por su parte, Arquímedes Lebrigio manifiesta que “cuando zarpó la barca, él se encontraba en la zona baja del mismo y pudo constatar que no hacía agua por ninguna parte” y “cuando subió a cubierta observó que eran embestidos por la proa y popa”.
María Victoria García Suarez dijo a la Comisión, en lo que se tiene como uno de los testimonios más desgarradores: “en eso vemos que vienen dos remolcadores de bombero atrás de nosotros”, “se pegan a los lados y entonces empiezan a tirarnos agua”. “Entonces seguimos y les decíamos que no nos hicieran daño, que llevábamos niños allí y les enseñamos los niños y ellos seguían tirando agua”. “Después vimos dos más [barcos] como a siete millas y se pusieron uno por cada lado: uno al frente, otro por detrás y uno de cada lado” y “entonces, los cuatro empezaron a tirarnos agua y uno de los buques agarró a chocarnos…”. Finalmente manifiesta la testigo que “estaban los cuatro remolcadores –los que nos estaban hundiendo– y nosotros les dijimos que nos salvaran, que nos subieran, que habían niños, y lo que hacían era reírse…”, concluye el acápite de la CIDH.
Jorge A. García, sobreviviente que perdió a 14 de sus familiares en aquel suceso dijo así al Diario de las Américas: “A 21 años de distancia voy caminando por una especie de cuerda floja con el peso del recuerdo de mis 37 muertos, asesinados durante la masacre del remolcador 13 de Marzo. Y camino como ‘pisando huevitos’ para evitar un resbalón que me haga caer en el abismo de las tendencias, respecto a la apertura de relaciones entre Estados Unidos y la tiranía feroz de los Castro. Y prefiero seguir andando por este trecho peligroso hasta encontrar la fórmula mágica que devuelva la libertad para Cuba y reivindique a mis muertos”, finaliza.
Aunque el gobierno de Barack Obama ha deslizado todas las puertas para una reapertura de sus relaciones con lo que considera ‘gobierno cubano’, las voces críticas han saltado tanto en el tema de la indemnización por las propiedades confiscadas, como por los crímenes cometidos por la dictadura castrista contra sus connacionales, este último, no aparece entre las exigencias a La Habana.
Payá Sardiñas también murió en julio, pero el día 22 del año 2012 junto al activista Harold Cepero, en un hecho en que se ha implicado a supuestos oficiales de la Seguridad del Estado; sus muertes siguen sin ser esclarecidas, aunque la familia y los integrantes del MCL no han cesado en pedir una investigación imparcial.
Payá concluyó así su denuncia de 2009: “El Cristo de La Habana no está dando la espalda a los que murieron, está llamando a los que viven para que no vivan en la mentira paralizados por el miedo, sino que busquen la verdad con la esperanza de que podemos vivir todos los cubanos libres y como hermanos. Así, un día cercano, esa plaza y toda Cuba, se inundarán de banderas cubanas y de banderas blancas flotando en el canto de todos que proclamará: ¡por fin la paz y la libertad¡”
Las víctimas
La CIDH ofreció la relación de las víctimas mortales y sobrevivientes. Los fallecidos son: Leonardo Notario Góngora (27), Marta Tacoronte Vega (36), Caridad Leyva Tacoronte (36), Yausel Eugenio Pérez Tacoronte (11), Mayulis Méndez Tacoronte (17), Odalys Muñoz García (21), Pilar Almanza Romero (30), Yaser Perodín Almanza (11), Manuel Sánchez Callol (58), Juliana Enríquez Carrasana (23), Helen Martínez Enríquez (6 meses), Reynaldo Marrero (45), Joel García Suárez (24), Juan Mario Gutiérrez García (10), Ernesto Alfonso Joureiro (25), Amado González Raíces (50), Lázaro Borges Priel (34), Liset Álvarez Guerra (24), Yisel Borges Álvarez (4), Guillermo Cruz Martínez (46), Fidelio Ramel Prieto-Hernández (51), Rosa María Alcalde Preig (47), Yaltamira Anaya Carrasco (22), José Carlos Nicole Anaya (3), María Carrasco Anaya (44), Julia Caridad Ruiz Blanco (35), Ángel René Abreu Ruíz (3), Jorge Arquímides Lebrijio Flores (28), Eduardo Suárez Esquivel (39), Elicer Suárez Plascencia, Omar Rodríguez Suárez (33), Miralis Fernández Rodríguez (28), Cindy Rodríguez Fernández (2), José Gregorio Balmaceda Castillo (24), Rigoberto Feut González (31), Midalis Sanabria Cabrera (19), y cuatro víctimas más que no pudieron ser identificadas.
Las víctimas sobrevivientes son las siguientes: Mayda Tacoronte Verga (28), Milena Labrada Tacoronte (3), Román Lugo Martínez (30), Daysi Martínez Findore (26), Tacney Estévez Martínez (3), Susana Rojas Martínez (8), Raúl Muñoz García (23), Janette Hernández Gutiérrez (19), Modesto Almanza Romero (28), Frank González Vásquez (21), Daniel González Hernández (21), Sergio Perodín Pérez (38), Sergio Perodín Almanza (7), Gustavo Guillermo Martínez Gutiérrez (38), Yandi Gustavo Martínez Hidalgo (9), José Fabián Valdés (17), Eugenio Fuentes Díaz (36), Juan Gustavo Bargaza del Pino (42), Juan Fidel González Salinas (42), Reynaldo Marrero Canarana (16), Daniel Prieto Suárez (22), Iván Prieto Suárez (26), Jorge Luis Cuba Suárez (23), María Victoria García Suárez (28), Arquímides Venancio Lebrijio Gamboa (52), Yaussany Tuero Sierra (20), Pedro Francisco Garijo Galego (31), Julio César Domínguez Alcalde (33), Armando Morales Piloto (38), Juan Bernardo Varela Amaro, y Jorge Alberto Hernández Avila (33).