Distanciarse de la gestión de su hermano y anterior presidente, George W. Bush, y recaudar el dinero que requiere una campaña estadounidense han sido otros de los más importante desafíos para el exgobernador de Florida hasta la fecha.
Este lunes Jeb Bush empieza a subir la empinada cuesta para llegar a ser el candidato republicano que busque recuperar el poder en la Casa Blanca, en manos de los demócratas desde 2008.
Bush, que ha tenido una precampaña complicada, con dificultades para rebajar las críticas de las bases más conservadoras, aseguró que “la gente se decide en las últimas semanas de las primarias…tendremos un progreso lento pero estable”.
Distanciarse de la gestión de su hermano y anterior presidente, George W. Bush, y recaudar el dinero que requiere una campaña estadounidense han sido otros de los más importante desafíos para el exgobernador de Florida hasta la fecha.
Bush cambió a su director de campaña antes de comenzarla oficialmente para encauzar su estrategia y pese a su condición inicial de favorito está técnicamente empatado con el senador Marco Rubio y el gobernador de Wisconsin, Scott Walker.
Walker, pero sobre todo Rubio (que ha visto una mejora en las encuestas), se dejaron querer este fin de semana por los grandes donantes de los republicanos invitados a Deer Valley (Utah) por Romney, que quiere ser el padrino de un candidato que ilusione tanto a las bases como al electorado de las generales y no se agote en luchas internas.
Rubio, que en algunos círculos suena como compañero de fórmula de Walker, goza de una renovada popularidad entre los conservadores tras rebatir con pruebas un artículo de “The New York Times” que exponía gastos estrafalarios y malas decisiones financieras.
La media de encuestas que realiza la web de análisis electoral RealClearPolitics sitúa a Bush, Walker y Rubio en la horquilla del 11-10 %, con ventaja clara sobre otros rivales, pero con un apoyo mucho más repartido que el de la aspirante a la nominación demócrata Hillary Clinton, líder indiscutible de su partido con un 59%.
Según la web especializada Politico, los donantes republicanos, con el magnate de los casinos Sheldon Adelson -que donó más de 100 millones de dólares en 2012- a la cabeza, buscan una apuesta segura que pueda hacer frente a Hillary Clinton.
El dinero es una de las mejores medidas de las posibilidades presidenciales en Estados Unidos y, pese a llevar clara ventaja, Bush parece tener dificultades para conseguir la cota de los 100 millones de dólares propuesta para este mes, según el diario “The Washington Post”.
La hora de la verdad llegará con el primer debate televisivo entre los republicanos, previsto para el 6 de agosto en el canal Fox News.
Bush extremista
La ACLU (Unión de Libertades Civiles de América), a través de su presidente para la Florida, Howard Simon, cuestionó este lunes el supuesto talante moderado de Jeb Bush en su paso por la gobernacion del Estado del Sol: “Algunos han presentado un relato retratando que Bush ha gobernado como un moderado, y puede ser políticamente conveniente para él permitir que esta imagen se difunda. Pero los floridanos que vivieron durante su gobernación saben que gobernó de forma más ideológica y extrema que un moderado, a veces ignorando la opinión pública, a veces ignorando principios constitucionales”.
Simon también recordó casos como el de Terri Schiavo, la mujer con muerte cerebral, conectada a un tubo que la alimentaba. Tanto el gobierno estatal -en cabeza de Jeb Bush- como el federal intervinieron en violacion, según Simon, de seis años de decision de las cortes del Condado de Pinellas, en Florida, en el sentido de que Terri Schiavo habia expresado su deseo de no ser alimentada de manera artificial para mantener, de manera indefinida, una vida vegetativa.
“Él (Bush) fue y permanece insensible a la obligación del gobierno de, a veces, de no meter sus manos en relación con la gran diversidad religiosa de nuestro país. En su reciente discurso en la Liberty University, hizo eco de temas vistos durante sus dos terminos como gobernador de la Florida cuando mostró muy poco respeto ante el hecho de que las políticas gubernamentales no deben imponer la visión de una creencia religiosa sobre gentes con diferentes tradiciones en materia de fe”, acotó el presidente para Florida de la ACLU.