La mitad de los vecinos de un edificio de doce plantas ubicado en el municipio capitalino del Cerro paga una tarifa fija de agua. No importa si derrochan o ahorran, las facturas llegan cada mes con idénticos números. Las sucesivas roturas de los metro-contadores han obligado a la empresa de Aguas de La Habana a cobrar el servicio a partir de un consumo promedio, lo cual estimula el despilfarro y el descontrol. La situación se extiende por toda la Isla.
Ante la gravedad del problema, las autoridades del sector apuestan por volver a producir en el país metro-contadores, considerados una piedra angular del programa de ahorro de agua. La noticia sobresalió entre las más importantes generadas en el evento Cubagua 2015, que recientemente concluyó con dos foros científicos y una feria.
La Empresa Industrial de Herraje será la encargada de la producción nacional de estos equipos. En declaraciones a la prensa oficial, el ingeniero Helmi Pedreira Guerra, director técnico de la entidad estatal, explicó las características de este contador hecho en Cuba. Su estructura será de plástico, lo cual hace más económica su fabricación, y “dispone de un aditamento antifraude y resulta de fácil desmontaje”.
El proyecto todavía está en etapa de preparación y se propone a mediano plazo sustituir importaciones. Se necesitarán unos 750.000 de estos equipos para, siguiendo el actual ritmo de instalación y montaje, llegar al año 2020 con un 43% del consumo del sector residencial computado.
El uso eficiente y la sostenibilidad del consumo de agua están marcados por la urgencia. La sequía que ha vivido el país en los últimos meses ha reforzado la alarma. Mientras que la Organización Mundial de la Salud considera que se necesitan unos 150 litros de agua diarios por cada persona, en Cuba se bombean hasta 800 litros por habitante, de los cuales una buena parte se despilfarra en las roturas y salideros.
Mientras que la OMS considera que se necesitan unos 150 litros de agua diarios por cada persona, en Cuba se bombean hasta 800 litros por habitante
El 58% del agua que se distribuye desde las presas y embalses se pierde de la manera siguiente: el 36% se escapa en las conductoras y redes, y el 22% en el sector residencial, estatal y de servicios. Una zapatilla en mal estado, el grifo que no cierra bien, los herrajes hidrosanitarios colapsados y los tanques sin un correcto sistema de llenado son algunas de las causas del escape de uno de nuestros recursos más preciados.
Mientras la producción cien por ciento nacional no despunte, la empresa importadora Cubahidráulica apuesta por contratos como los que ya tiene con la firma española Conthidra S.L., del grupo Janz, según precisó al periódico Trabajadores César Soto, directivo de la entidad. El funcionario declaró que “hace año y medio se dieron los primeros pasos bilaterales para valorar la factibilidad de la fabricación conjunta, en una planta de rápida amortización”.
Los funcionarios del sector ven en el cobro por consumo una forma de desestimular a los derrochadores, pero las distorsiones económicas del país ponen en entredicho esa solución. “Incluso pagando cada litro consumido, la tarifa sigue siendo considerablemente baja en comparación con el verdadero valor del recurso y lo que se gasta en suministrarlo”, refiere Moisés Hernández, un ingeniero que confía en que sea a conciencia del ahorro lo que ayude a disminuir el despilfarro.
Cada metro cúbico de agua bombeado le cuesta al país 14 centavos de dólar. Sin embargo, una familia que gaste 20 metros cúbicos al mes sólo paga 16,35 pesos cubanos en lugar de los 70 pesos que gasta el Estado para bombearlos. “Lo que está ocurriendo hoy es fruto de una política de extrema subvención y mano abierta con este recurso, que ha llevado a muchos consumidores a no valorarlo en su justa importancia”, remata Hernández a este diario. El especialista considera que “además de un mayor control sobre lo que se gasta, hace falta que la gente sepa que las reservas del país disminuyen rápidamente, porque somos una Isla con poca agua dulce”.