- En la Habana, cada año surgen 10 nuevos grupos delincuenciales; la población del oriente de la isla emigra a la capital para conseguir métodos de supervivencia.
Ante la escasez y pobreza, los jóvenes en Cuba optan por incorporarse a pandillas callejeras, además de dedicarse a la prostitución y proxenetismo.
Tal es el caso de Héctor, un joven que llegó a La Habana en 2005, a los 15 años de edad. Hoy tiene 25 años y no conoce modos legales de subsistencia, reportó el portal de noticias Cubanet.
Según el sitio, cada año surgen hasta diez nuevas pandillas en La Habana, integradas por adolescentes que viven en las zonas más pobres de la capital.
También se ha notado un incremento de las bandas compuestas por jóvenes provenientes de las provincias orientales –en especial de Granma (cerca del 40% de los jóvenes) y Guantánamo (casi el 30%).
Sin embargo, el gobierno cubano mantiene en total opacidad los reportes de muertes por episodios de violencia.
“Hay que tener en cuenta que, aunque algunas hasta tienen ritos de iniciación y marcas de identidad como tatuajes específicos, las bandas funcionan como especies de sindicatos donde los integrantes obtienen protección”, dijo al portal Martí Noticias la socióloga María del Carmen Cordero.
Además, una pistola puede comprarse de manera clandestina por el equivalente a 2 mil 500 pesos mexicanos.
La experta en delincuencia juvenil sostuvo que para los jóvenes conformar un grupo de este tipo aporta un amparo y una sensación de pertenencia, a lo cual se suma la corrupción de las autoridades de seguridad locales.
“Quien recorre por la noche el Parque de la Fraternidad o la Rampa –bueno, si se atreve a hacerlo–, puede identificar la presencia de pandillas que controlan la prostitución masculina y de travestis, incluso he visto realizar transacciones, negociaciones sexuales, delante de policías y no ha pasado nada, lo cual es un signo no de tolerancia sino de corrupción”, agregó.
Cordero detalló que tiene testimonios de jóvenes que afirman que sobornaron a policías para operar en determinada zona.
Para la especialista, se establecen relaciones de compromiso con los agentes que usualmente patrullan las calles.
Las regulaciones de tránsito en el país han creado otros fenómenos relacionados con los regionalismos, el racismo, el establecimiento de jerarquías sociales entre los mismos cubanos y ha incrementado los grupos pandilleros, detalló.
Los jóvenes y adolescentes, principalmente de los barrios bajos de municipios de la periferia de la capital son los principales escenarios para estas pequeñas células criminales que realizan asaltos a los transeúntes y a pequeños negocios por la noche, la mayoría de las veces a mano armada.
Asimismo, se enfrentan entre ellos por el dominio de zonas territoriales. Más las trifulcas generalmente sangrientas que provocan cuando acuden a antros populares.
La Habana no figura dentro de las ciudades más violentas de América Latina. No obstante, al menos desde 2013, existe un incremento de la criminalidad vinculado con grupos pandilleros que portan armas blancas. El psicólogo Manuel Fabián Orta, que dirige un grupo de atención a adolescentes con trastornos en la conducta, reconoce que el fenómeno pudiera incrementar.
“Todo es válido para obtenerlo y la sociedad, lejos de convertirse en una sociedad con altos valores, como supuestamente era el plan de la revolución, se transformó en un cuadrilátero de boxeo donde solo se puede resistir, luchar y vencer, pero en los peores sentidos de esos términos”, dijo.
“Vender el cuerpo no es un problema para ese hombre nuevo, perder la nacionalidad tampoco lo es; y no les hablemos de identidad nacional ni cultural ni de trabajar por el futuro, porque no entenderían nada. El cubano típico, el común, solo sabe del presente”, añadió.