Debido a que el deshielo entre EE.UU. y Cuba avanzan con sus planes para normalizar las relaciones, una disputa global entre los conglomerados de los licores Pernod Ricard y Bacardí, un conflicto que tiene sus orígenes en la Revolución Cubana está rompiendo una vez más.
El problema son los derechos de la marca de ron Havana Club, que se han repartido por cerca de 20 años. Pernod Ricard comercializa el licor en todo el mundo en nombre de la Cuba socialista, excepto en los EE.UU., donde Bacardi afirma la marca, que compró la familia cubana.
Si bien ninguna de las empresas de espíritus ha sido feliz con la configuración particular Pernod Ricard, que ha hecho múltiples esfuerzos a lo largo de los años para luchar los derechos estadounidenses lejos de su rival, que parecía que había poco margen de maniobra se fue a cualquier lado.
Pero una decisión repentina por la administración y un Obama que parece contravenir la ley de 1998 que puso efectivamente los derechos de los Estados Unidos en manos de Bacardi, ha reabierto la batalla, que ahora está jugando hacia fuera en todas partes, desde los tribunales de Estados Unidos para el Mundo Organización del Comercio.
Como suele ser el caso de las disputas de marcas globales, existen importantes cantidades de dinero en juego. Pero éste inflama las pasiones de los participantes más que la mayoría, porque atado en este conflicto sobre los espíritus de azúcar son las afirmaciones de cada lado a la autenticidad cubana.
Ron y revolución
Ron destilado de melazas de Cuba se convirtió en un favorito mundial bajo la guía de la empresa familiar Bacardi, que comenzó a destilar en 1862 y ganó sus primeras competiciones internacionales en 1901. Obtuvo su eslogan publicitario, El Que una Cuba Ha Hecho Famosa (“el que hizo Cuba famosa “). Incluso hoy en día, es de mayor venta de la marca de ron del mundo, a pesar de que ya no se hace en Cuba.
Pioneros de algo más que de destilación y distribución, la familia Bacardí, y en particular Pepín Bosch, el capataz astuto de la empresa 1944-1976, entendieron el valor preeminente de una marca global, como Tom Gjelten explica en su fascinante libro sobre la compañía.
En 1957, el clan Bacardí aseguró los derechos globales a nombre de la familia y de la marca por temor a que el corrupto dictador Fulgencio Batista podría amenazarlos. Pero no fue hasta 1960, después del triunfo de la revolución de Fidel Castro, que los propios Bacardí había ayudado a financiar a cabo del sentimiento nacionalista tanto como negocio en intereses que la familia tendría que depender de estas medidas.
Como Castro comenzó a abrazar el socialismo y nacionalizar empresas, Bosch empezó a temer que la compañía de su familia fuera la siguiente, y él tomó el paso clave de enviar a escondidas los certificados de marcas originales a Nueva York. Él, su familia y muchos de sus empleados lo seguirían al exilio en avión.
El gobierno cubano no tardaría en hacerse con destilerías de Bacardí, que declara la creación de la nueva Compañía Ron Bacardí (nacionalizada).