Las visitas de estadounidenses autorizadas aumentaron un 50% el año pasado, según Jeffrey DeLaurentis, encargado de las relaciones diplomáticas en La Habana.
Los Americanos y empresarios culturales están ansiosos por conocer Cuba antes de que cambie, para dar inicio a la ‘colonización’ cultural de Cuba, dispuestos a hacer negocios allí cuando lo haga.
Y aún más estadounidenses están en camino: el Departamento de Estado ha anunciado un acuerdo para permitir vuelos comerciales directos. Este año, la empresa de cruceros Carnival tiene previsto realizar su primer viaje a Cuba en más de 50 años.
Después de que Barack Obama rebajara las restricciones a los viajes y el comercio de EEUU conCuba, la isla ha recibido un aluvión de visitantes culturales. Directivos de los sectores del arte, el ocio y la tecnología recorren el país buscando localizaciones para filmar y lanzar nuevos programas de televisión y artistas al mercado.
Turistas y empresarios culturales están ansiosos por conocer Cuba antes de que cambie y dispuestos a hacer negocios allí cuando lo haga. Universal Pictures está buscando la aprobación del Gobierno para filmar parte de su próxima película de Fast & Furious en Cuba. La marca de lujo Chanel ha anunciado que en mayo presentará parte de una colección en la isla, y cubanos que trabajan en la industria local del entretenimiento afirman que los Rolling Stones están tratando de organizar un concierto en La Habana, quizá como cierre de su tour de América Latina en marzo.
La isla seduce a los VIP del arte y el entretenimiento. El mes pasado, el arquitecto Frank Gehry fue recibido como una estrella de rock en una conferencia para 150 arquitectos cubanos. Natalie Portman fue vista hace poco en la misma ciudad con Alicia Alonso, la leyenda de 94 años del ballet cubano.
Los presentadores de la versión para EEUU del programa de motor Top Gear recorrieron hace poco las calles de La Habana en sus coches. Matthew Carnahan, creador de la serie House of Lies, también visitó hace poco la isla con el objetivo de filmar allí el final de la temporada y consiguió todos los permisos.
Más demanda que oferta
Mientras los estadounidenses quieren devorar la cultura de la isla, ésta lucha por satisfacer esa demanda. Las esperas en el aeropuerto para los vuelos estadounidenses duran más de tres horas y todas las habitaciones en hoteles y casas de huéspedes de La Habana suelen estar ocupadas (según el Gobierno hay 9.700 habitaciones, aunque algunos expertos estiman que sólo 3.500 de ellas son utilizables).
Alrededor de La Habana, los vestíbulos de los hoteles están llenos de estadounidenses tratando de introducir en sus dispositivos móviles los códigos de acceso y contraseñas de 24 dígitos de las tarjetas cubanas de Wi-Fi de una hora de duración, que no siempre funcionan.
La logística en torno a estas visitas culturales es enorme. Los estadounidenses que hacen negocios en Cuba deben atender cuidadosamente las leyes de ambos países para no infringir el embargo.
Un ejecutivo de cine cubano afirma que en todo el país hay sólo seis camiones “no muy malos” para transportar equipos de filmación, y tal vez una docena más en peores condiciones.
Ninguna gran productora de Hollywood que llegue a la isla dispone de suficientes vehículos como para transportar a todos los miembros de sus equipos. Los artistas sufren escasez de pintura, papel y lienzos. El equipo eléctrico para conciertos es peligrosamente obsoleto. Los clavos brillan por su ausencia.
Las leyes cubanas han permitido desde hace mucho tiempo a los artistas vender su trabajo en el extranjero, dando así lugar a una incipiente clase adinerada. Los artistas que durante décadas han hecho giras fuera de Cuba se encuentran entre los ciudadanos más acaudalados del país, visten gafas de sol Ray-Ban, tienen los últimos iPhones, están renovando sus hogares, compran propiedades y crean programas y espacios de arte.
Grandes coleccionistas de Miami, como Ella Cisneros, están alentando a sus colegas a viajar a Cuba. En la víspera de la Bienal de La Habana del año pasado, Cisneros dio una fiesta que según el coleccionista Ron Pizzuti rivalizó con cualquiera de Beverly Hills.
Los invitados tuvieron a su disposición “probablemente más comida de la que la mayoría de los cubanos ven en un mes”, dice Pizzuti.